Y la plenitud de ese momento simplemente dura eso, un momento. Pero un momento de plenitud vale mas que una vida.
Constellations
By: Jack Johnson
The light was leaving
In the west it was blue
The children's laughter sang
And skipping just like the stones they threw
The voices echoed across the way
Its getting late
It was just another night
With the sun set
And the moon rise not so far behind
To give us just enough light
To lay down underneath the stars
Listen to papas translations
Of the stories across the sky
We drew our own constellations
The west winds often last too long
The wind may calm down
Nothing ever feels the same
Sheltered under the Kamani tree
Waiting for the passing rain
Clouds keep moving to uncover the scene
Stars above are chasing the day away
To find the stories that we sometimes need
Listen close enough
All else fades
Fades away
It was just another night
With the sun set
And the moon rise not so far behind
To give us just enough light
To lay down underneath the stars
Listen to all the translations
Of the stories across the sky
We drew our own constellations
miércoles, 2 de julio de 2014
domingo, 29 de junio de 2014
El Parque de Castrelos.
Cuando buscaba un café, un bar, un lugar de mala muerte en el que
morir y luego despertar; solo encontré un parque.
Con pájaros y árboles; y
gente bella y hermosa corriendo y paseando entre lagos y estanques, niños
jugando con sus perros y las niñeras esperando pacientes en los bancos, que
sean las cinco para poder
darles la “bocata” de merienda. Algunas veces pan con Nocilla, otras veces, emparedado de tortilla de
papa, o simplemente el bocadillo de mortadela. Costumbre bien española que
todos los niños del parque adoran.
Allí me senté, recordando aquella época remota y feliz en la que
para mí no había ningún bocadillo, pero si disfrutaba mucho ver la alegría de
mis compañeros de juegos y aventura cuando llegaba la hora de la merienda. Y es
que yo no tenía niñera, ni una
mamá que me acompañara en los juegos, ya
que ella se encontraba trabajando cuidando a algún niñito en
algún otro parque de la ciudad.
Que hermoso que es el Parque de Castrelos. De
pequeña me parecía un mundo de fantasía. Era un paraíso de eternas horas de
juego en las que con mi hermanito nos perdíamos hasta que se ocultaba el
sol. Me fascinaba una
pequeña cascada que solíamos recorrer y cruzar de a saltitos roca
por roca, era un sueño hecho realidad.
El lago, lleno de cisnes y patos y niños convidando las migajas de
sus bocatas era un lugar salido de otro planeta.
No lograba entender la armonía de este parque, de este lugar, de estas
hectáreas verdes y hermosas en las que cada roca parecía ser consciente de que
era ése su lugar en el
mundo. De que allí pertenecían, y
de que esa, era su razón
ser, cada flor estaba destinada a sacar una sonrisa al caminante, y luego moría
porque había cumplido su misión y podía ir en paz.
Tenía que volver a Vigo, tenía que
caminar una vez más por sus calles, recordando una breve ilusión de niñez
placentera.
Sin embargo no era el mejor momento en mi vida para hacerlo,
estaba allí en uno de los lugares más bellos del mundo y yo solo quería partir,
irme de este plano para no regresar.
Las cosas en esta vida siempre pasan por algo, por lo tanto
concentre toda mi energía en ello. Por algo el Universo quería que volviera a
este parque.
Allí me encontraba, sentada cerca del lago y abstraída en mis
recuerdos, en las rodillas rotas de tantos juegos, en aquel niño que nos
acompañó en la más grande aventura que tuve a mis doce años.
Tenía los ojos azules, color cielo, recuerdo que charlaba conmigo
y me miraba tiernamente. Era un poco más grande, unos trece o catorce años, pero había amor en su
mirada, ternura.
Me ponía nerviosa cuando mi hermano me avisaba que no íbamos a
empezar a jugar hasta que el no apareciera, y aún más nerviosa cuando sabía que
podía cruzarlo en los recreos del Instituto.
Me ponía nerviosa pensar en él y no entendía que pasaba. En la
temprana inocencia del amor uno no alcanza a vislumbrar la grandeza del
sentimiento, pero lo
experimenta, y eso sí que es hermoso.
Recuerdo que mi hermano era el nexo entre nosotros, el arreglaba
las horas de juego y proponía los temas de conversación,
cuando eso pasaba; automáticamente los dos nos liberábamos y charlábamos
entre nosotros como si mi hermanito no estuviera allí. No era algo egoísta,
era el deseo de compartir, y el agradecimiento de que un niño más pequeño nos uniera.
Teníamos muchas cosas en común, leíamos los mismos libros, comenzamos a
hacer intercambios, y esa era la excusa perfecta para encontrarnos en el
recreo, devolver el libro de Harry Potter nunca
había sido una situación tan prometedora.
Todas mis compañeras tenían sus amores, incluso había niños que
gustaban de mí y yo decía gustar de ellos, ese flirteo mágico
e inocente que solo se da a esa edad.
Pero sólo uno ocupaba mi mente, quería pasar tiempo con él y
jugar con él y leer con él.
Así había llegado el día en el que teníamos que esperarlo en el
lago. Llego entusiasmado, con una sonrisa radiante de oreja a oreja diciendo
que hoy íbamos a vivir una gran aventura… Comenzamos a caminar por una de las
calles internas del parque. Luego pasamos por la cascadita que
tanto me gustaba. A partir de ese punto todo era nuevo para mí, nunca me había
adentrado tanto en el parque de Castrelos.
Este lugar se llama así porque aquí está el Castillo de un señor
que también así se llamaba, nos comentó muy contento. Yo se los voy a mostrar,
pero no vamos a ir como todo el mundo: de paseo, nosotros vamos a ir como
fugitivos.
La ansiedad que tenía era indescriptible, seguimos caminando por lo
que comenzaron a ser bosques inmensos y misteriosos, oscuros por entre las
sombras de los árboles. Llegamos hasta un muro, el más alto que había conocido.
Un muro típicamente español hecho
de rocas enormes y antiguas. ¿Enserio vamos a trepar esto?
Nunca fui buena en deportes y conocía mi cuerpo torpe y
larguirucho. Pero este niño fue el primer caballero que conocí en mi vida,
subió él y desde arriba tendió su manito para ayudarme. Luego descendió y me
ayudo a bajar. No hace
falta decir que me sentía realizada, siempre fui una princesa de hogar. Y
ahí estaba, saltando un muro, un espíritu de rebeldía incomparable y una
añoranza de aventura que nunca había sentido. Creo que en ese momento ame por
primera vez a un simple niño que me había hecho llegar y soñar más allá de mis limitaciones.
Ante nosotros se extendía el jardín más hermoso que vi en mi
vida. Tenía un laberinto central hecho de setos, realmente como en las
películas y galerías eternas de flores, con bancos de roca en los que los
enamorados se sentaban tranquilamente a charlar. De las paredes de roca
surgían fuentes y bebederos en los que pequeños pajaritos jugaban sin cesar. Y
ante la imponencia de ese jardín se encontraba algo
todavía más impresionante. EL CASTILLO.
¿Se puede entrar? Pregunte tímidamente. Pues claro, vinimos a eso,
pero como fugitivos, ya estamos en el jardín, así que no vamos a pagar
entradas.
El castillo era alucinante, una cantidad sin fin de muebles de una época de
antaño que contaban la historia de una España hermosa, de bellas mujeres y
caballeros. Podía imaginar los bailes en aquellos salones, todas ellas con sus
abanicos, ocultando sus tímidos ojos de aquellos señores que solo buscaban una
esposa a quien amar.
Sé que volvimos a salir saltando los muros, por si acaso un
guardia nos encontraba. Me caí y raspe las rodillas y él soplo con cuidado y me
limpio con agua de la cascadita.
Luego volvimos a casa a contarle a mamá nuestra aventura, emocionados y sin importarnos
los retos. Aquella noche sí que dormí
como un ángel, muy lejos, en mis sueños, sus ojos eran todo para mí.
Hoy, sentada en este parque solo recuerdo eso, sus ojos, sus
hermosos ojos. No recuerdo su nombre. No tengo idea que será de su vida.
¿Cómo puede ser que las vidas de niñitos se crucen de esa manera, dejen una
determinada marca, una determinada impresión en nosotros y nunca más volvamos a
saber de ellas? Daría todo en la vida por saber que fue de ese niño, y…
No pude seguir recordando, no pude seguir divagando, no pude ni
siquiera moverme o casi respirar, porque esos ojos me estaban mirando, como si
me recordaran. Y las mismas preguntas surgían de ellos, la misma emoción y el
mismo sentimiento de antaño, y esa seguridad de que si nos cruzamos en la
niñez, es porque era el momento justo y el lugar exacto.
Porque en este Cosmos, en el que todo es Caos hay alineamientos.
miércoles, 25 de junio de 2014
No habría magia sin él.
Que se presenta en sueños noche tras noche. Como para contarme o revelarme alguna nueva verdad.
Anoche me dijo: donde se cierra una puerta se abre otra. Tenelo en cuenta mañana cuando te lleguen malas noticias. Y hoy llegaron... y extrañamente estoy tranquila y feliz al respecto. Pude rescatar lo positivo del proceso. Eso es lo que el mago siempre me pide.
Hoy por la noche le preguntare porque tardaron tanta en llegar las malas noticias... Pero ya se la respuesta.
Y otra puerta se abre y zotro grano de arena que colocar en el futuro, va a decirme.
Quizás hoy lo encuentre en sueños y pueda darle la mano. Eso me llenaría de paz. Pero su simple presencia es reconfortante.
La historia del mago es algo singular. Es un hombre de otro tiempo. De otra era. Donde las personas eran simples. Vino de otro planeta y plantó un árbol y escribió un libro. Y aprendió los secretos del mundo, y aprendió los secretos de la naturaleza. El poder del sonido de la lluvia, el poder de la risa de un niño.
Cuando se me presenta, veo la sabiduría en sus ojos. Veo una luz de esperanza, y generalmente volamos; con hilos plateados que salen de nuestro cuerpo. Es la sensación más hermosa que existe. Por eso durante el día lo extraño. Por eso durante el día lo anhelo.
La Magia
Desperté con la sensación de haber dormido siglos... quizás así fue. Cada encuentro con él es mágico y es imposible llevar el tintero del tiempo.
Caminaba por una rivera, creo que en ese momento me di cuenta que iba a encontrarlo, siempre que el olor a sal en el aire se hace intenso aparece.
Vino caminando hacia mí por el muelle, con la paz de siempre reflejada en su rostro.
-¿Cómo haz estado? ,me dijo.
-Mal conteste. Pero al fin estoy en paz, de otra forma no estarías aquí.
-Exactamente; pasaste una etapa de crisis, y la superaste, estoy orgulloso. Lo mejor de cada uno surge en la crisis, las conclusiones más maravillosas... ¿a cuales llegaste?
- Siento que hay algo esperándome en esta Tierra, que tengo un motivo, un propósito, al fin está claro, ese propósito es amar. Amar todo lo que existe, cada molécula de aire que ingresa en mi ser, cada situación problemática y cada buen momento, cultivar las amistades y añorar la familia como un bien supremo.
-Es el propósito supremo de todo ser humano. Un ciclo sin fin. Dar amor al mundo...CUANDO QUIERES ALGO TODO EL UNIVERSO CONSPIRA PARA QUE LO CONSIGAS, por eso te mande ángeles. ¿Los descubriste? ¿les abriste la ventana?
- De par en par… como nunca hice en mi vida, y estoy feliz por ello.
-Entonces será hasta el próximo encuentro... extendió su mano y coloco en mis manos la arena más blanca que jamás vi en mi vida. Tan fina y ligera que tuve miedo que se volara con la brisa.
- Guárdala en tu corazón, esta crisis que pasó no fueron más que granitos de arena para construir un futuro mejor. Dios está cuidándote, Yo estoy cuidándote.
Con mis pies descalzos toque la cerámica fría, y para NO sorpresa mía el piso estaba lleno de arena.
Así es el mago...
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