domingo, 29 de junio de 2014

El Parque de Castrelos.






Cuando buscaba un café, un bar, un lugar de mala muerte en el que morir y luego despertar; solo encontré un parque.
Con pájaros y árboles;  y gente bella y hermosa corriendo y paseando entre lagos y estanques, niños jugando con sus perros y las niñeras esperando pacientes en los bancos, que sean las  cinco para poder darles la “bocata” de merienda. Algunas veces pan con Nocilla, otras veces, emparedado de tortilla de papa, o simplemente el bocadillo de mortadela. Costumbre bien española que todos los niños del parque adoran.
Allí me senté, recordando aquella época remota y feliz en la que para mí no había ningún bocadillo, pero si disfrutaba mucho ver la alegría de mis compañeros de juegos y aventura cuando llegaba la hora de la merienda. Y es que yo no tenía niñera, ni  una mamá que me acompañara en los juegos,  ya que ella se encontraba trabajando cuidando a algún niñito en algún otro parque de la ciudad.
Que hermoso que es el Parque de Castrelos. De pequeña me parecía un mundo de fantasía. Era un paraíso de eternas horas de juego en las que con mi hermanito nos perdíamos hasta que se ocultaba el sol.  Me fascinaba una pequeña cascada que solíamos recorrer y cruzar de a saltitos roca por roca, era un sueño hecho realidad.
El lago, lleno de cisnes y patos y niños convidando las migajas de sus bocatas era un lugar salido de otro planeta. No lograba entender la armonía de este parque, de este lugar, de estas hectáreas verdes y hermosas en las que cada roca parecía ser consciente de que era ése  su lugar en el mundo. De que allí pertenecían,  y de que esa,  era su razón ser, cada flor estaba destinada a sacar una sonrisa al caminante, y luego moría porque había cumplido su misión y podía ir en paz.

Tenía que volver a Vigo, tenía que caminar una vez más por sus calles, recordando una breve ilusión de niñez placentera. 
Sin embargo no era el mejor momento en mi vida para hacerlo, estaba allí en uno de los lugares más bellos del mundo y yo solo quería partir, irme de este plano para no regresar.
Las cosas en esta vida siempre pasan por algo,  por lo tanto concentre toda mi energía en ello. Por algo el Universo quería que volviera a este parque.
Allí me encontraba, sentada cerca del lago y abstraída en mis recuerdos, en las rodillas rotas de tantos juegos, en aquel niño que nos acompañó en la más grande aventura que tuve a mis doce  años. 
Tenía los ojos azules, color cielo, recuerdo que charlaba conmigo y me miraba tiernamente. Era un poco más grande, unos trece  o catorce  años, pero había amor en su mirada, ternura. 
Me ponía nerviosa cuando mi hermano me avisaba que no íbamos a empezar a jugar hasta que el no apareciera, y aún más nerviosa cuando sabía que podía cruzarlo en los recreos del Instituto. 
Me ponía nerviosa pensar en él y no entendía que pasaba. En la temprana inocencia del amor uno no alcanza a vislumbrar la grandeza del sentimiento,  pero lo experimenta, y eso sí que es hermoso.
Recuerdo que mi hermano era el nexo entre nosotros, el arreglaba las horas de juego y proponía los temas de conversación, cuando eso pasaba;  automáticamente los dos nos liberábamos y charlábamos entre nosotros como si mi hermanito no estuviera allí. No era algo egoísta, era el deseo de compartir, y el agradecimiento de que un niño más pequeño nos uniera. Teníamos muchas cosas en común, leíamos los mismos libros, comenzamos a hacer intercambios, y esa era la excusa perfecta para encontrarnos en el recreo, devolver el libro de Harry Potter nunca había sido una situación tan prometedora.
Todas mis compañeras tenían sus amores, incluso había niños que gustaban de mí y yo decía gustar de ellos, ese flirteo mágico e inocente que solo se da a esa edad.
Pero  sólo uno ocupaba mi mente, quería pasar tiempo con él y jugar con él y leer con él.
Así había llegado el día en el que teníamos que esperarlo en el lago. Llego entusiasmado, con una sonrisa radiante de oreja a oreja diciendo que hoy íbamos a vivir una gran aventura… Comenzamos a caminar por una de las calles internas del parque. Luego pasamos por la cascadita que tanto me gustaba. A partir de ese punto todo era nuevo para mí, nunca me había adentrado tanto en el parque de Castrelos.
Este lugar se llama así porque aquí está el Castillo de un señor que también así se llamaba, nos comentó muy contento. Yo se los voy a mostrar, pero no vamos a ir como todo el mundo: de paseo, nosotros vamos a ir como fugitivos.
La ansiedad que tenía era indescriptible, seguimos caminando por lo que comenzaron a ser bosques inmensos y misteriosos, oscuros por entre las sombras de los árboles. Llegamos hasta un muro, el más alto que había conocido. Un muro típicamente español  hecho de rocas enormes y antiguas. ¿Enserio vamos a trepar esto?
Nunca fui buena en deportes y conocía mi cuerpo torpe y larguirucho. Pero este niño fue el primer caballero que conocí en mi vida, subió él y desde arriba tendió su manito para ayudarme. Luego descendió y me ayudo a bajar.  No hace falta decir que me sentía realizada, siempre fui una princesa de hogar.  Y ahí estaba, saltando un muro, un espíritu de rebeldía incomparable y una añoranza de aventura que nunca había sentido. Creo que en ese momento ame por primera vez a un simple niño que me había hecho llegar y soñar más allá de mis limitaciones.
 Ante nosotros se extendía el jardín más hermoso que vi en mi vida. Tenía un laberinto central hecho de setos, realmente como en las películas y galerías eternas de flores, con bancos de roca en los que los enamorados se sentaban tranquilamente a charlar. De las paredes de roca surgían fuentes y bebederos en los que pequeños pajaritos jugaban sin cesar. Y ante la imponencia de ese jardín se encontraba algo todavía más impresionante. EL CASTILLO.
¿Se puede entrar? Pregunte tímidamente. Pues claro, vinimos a eso, pero como fugitivos, ya estamos en el jardín, así que no vamos a pagar entradas.
El castillo era alucinante, una cantidad sin fin  de muebles de una época de antaño que contaban la historia de una España hermosa, de bellas mujeres y caballeros. Podía imaginar los bailes en aquellos salones, todas ellas con sus abanicos, ocultando sus tímidos ojos de aquellos señores que solo buscaban una esposa a quien amar.
Sé que volvimos a salir saltando los muros, por si acaso un guardia nos encontraba. Me caí y raspe las rodillas y él soplo con cuidado y me limpio con agua de la cascadita. Luego volvimos a casa a contarle a mamá nuestra aventura,  emocionados y sin importarnos los retos. Aquella noche sí que  dormí como un ángel, muy lejos, en mis sueños, sus ojos eran todo para mí.
Hoy, sentada en este parque solo recuerdo eso, sus ojos, sus hermosos ojos. No recuerdo su nombre. No tengo idea que será de su vida.
¿Cómo puede ser que las vidas de niñitos se crucen de esa manera, dejen una determinada marca, una determinada impresión en nosotros y nunca más volvamos a saber de ellas? Daría todo en la vida por saber que fue de ese niño, y
No pude seguir recordando, no pude seguir divagando, no pude ni siquiera moverme o casi respirar, porque esos ojos me estaban mirando, como si me recordaran. Y las mismas preguntas surgían de ellos, la misma emoción y el mismo sentimiento de antaño, y esa seguridad de que si nos cruzamos en la niñez, es porque era el momento justo y el lugar exacto. 

Porque en este Cosmos, en el que todo es Caos hay alineamientos. 








miércoles, 25 de junio de 2014

No habría magia sin él.



Que se presenta en sueños noche tras noche. Como para contarme o revelarme alguna nueva verdad.
 Anoche me dijo: donde se cierra una puerta se abre otra. Tenelo en cuenta mañana cuando te lleguen malas noticias. Y hoy llegaron... y extrañamente estoy tranquila y feliz al respecto. Pude rescatar lo positivo del proceso. Eso es lo que el mago siempre me pide.
 Hoy por la noche le preguntare porque tardaron tanta en llegar las malas noticias... Pero ya se la respuesta. 

Y otra puerta se abre y zotro grano de arena que colocar en el futuro, va a decirme.
 Quizás hoy lo encuentre en sueños y pueda darle la mano. Eso me llenaría de paz. Pero su simple presencia es reconfortante.
 La historia del mago es algo singular. Es un hombre de otro tiempo. De otra era. Donde las personas eran simples. Vino de otro planeta y plantó un árbol y escribió un libro. Y aprendió los secretos del mundo, y aprendió los secretos de la naturaleza. El poder del sonido de la lluvia, el poder de la risa de un niño. 

Cuando se me presenta, veo la sabiduría en sus ojos. Veo una luz de esperanza, y generalmente volamos; con hilos plateados que salen de nuestro cuerpo. Es la sensación más hermosa que existe. Por eso durante el día lo extraño. Por eso durante el día lo anhelo.

La Magia



Desperté con la sensación de haber dormido siglos... quizás así fue. Cada encuentro con él es mágico y es imposible llevar el tintero del tiempo.
Caminaba por una rivera, creo que en ese momento me di cuenta que iba a encontrarlo, siempre que el olor a sal en el aire se hace intenso aparece.
Vino caminando hacia mí por el muelle, con la paz de siempre reflejada en su rostro.
-¿Cómo haz estado? ,me dijo.
-Mal conteste. Pero al fin estoy en paz, de otra forma no estarías aquí.
-Exactamente; pasaste una etapa de crisis, y la superaste, estoy orgulloso. Lo mejor de cada uno surge en la crisis, las conclusiones más maravillosas... ¿a cuales llegaste?
- Siento que hay algo esperándome en esta Tierra, que tengo un motivo, un propósito, al fin está claro, ese propósito es amar. Amar todo lo que existe, cada molécula de aire que ingresa en mi ser, cada situación problemática y cada buen momento, cultivar las amistades y añorar la familia como un bien supremo.
-Es el propósito supremo de todo ser humano. Un ciclo sin fin. Dar amor al mundo...CUANDO QUIERES ALGO TODO EL UNIVERSO CONSPIRA PARA QUE LO CONSIGAS, por eso te mande ángeles. ¿Los descubriste? ¿les abriste la ventana?
- De par en par… como nunca hice en mi vida, y estoy feliz por ello.
-Entonces será hasta el próximo encuentro... extendió su mano y coloco en mis manos la arena más blanca que jamás vi en mi vida. Tan fina y ligera que tuve miedo que se volara con la brisa.
- Guárdala en tu corazón, esta crisis que pasó no fueron más que granitos de arena para construir un futuro mejor. Dios está cuidándote, Yo estoy cuidándote.

Con mis pies descalzos toque la cerámica fría, y para NO sorpresa mía el piso estaba lleno de arena.
Así es el mago...

Esa musiquita



Esa musiquita que conmueve... que te toca el alma... que me saca lágrimas en los ojos y me pone los sentidos a flor del piel... no tiene letra ni voces es simplemente música...
Cierro los ojos y me transporto... PARÍS ... allí es donde estoy, tomando el té en un lindo café en una calle adoquinada.

Y el tiempo pasa, sin embargo para mí es como si estuviera detenido.
Se acercó EL MAGO, me dijo ¿puedo sentarme?; por supuesto le dije, estuve esperando siglos  tu encuentro, en ninguna vida pude encontrarte, tenía que ser justo ahora en este lugar y con esta música de fondo; espere tanto tiempo por tus hechizos.

¿Cómo que no me encontraste? estuve presente en cada acorde, cada letra de los libros que tan ansiosamente  leías, en cada átomo de oxígeno, en cada gota de lluvia que cayó sobre tu pelo, si aprendes a amar lo que te rodea me encontrarás, esa es mi primer lección...

Ven caminemos...

Y caminamos tomados de la mano por las calles de EL CAIRO. Si, habíamos cambiado de ciudad simplemente cuando los artistas callejeros cambiaron de canción.
Me dijo: podemos viajar a donde queramos. Cada noche, cuando duermes estás conmigo, recuérdalo esta vez cuando despiertes y búscame luego entre la gente, me encontraras tarde o temprano.